“Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18
Frecuentemente, noto a la gente sorprendida por mi proceder en la vida. Los entiendo perfectamente. A veces yo también quisiera decirme a mí misma: “Mija, quédate quieta y no hagas nada por un segundo.”
No se como explicarlo, pero para mi la vida se trata de lo que que podemos descubrir y conquistar. Me rehuso a limitarme a una vida conformista a la misma rutina. No puedo imaginarme que llegue un momento donde no tenga un proyecto nuevo, algo nuevo por intentar o por emprender y al contrario quedarme haciendo lo mismo de siempre todo el tiempo.
No es para mí. ¡Lo encuentro demasiado aburrido!
Creo que este enfoque en la vida es despertado en nosotros a medida que nos afinamos con conocer su propósito. Al conocer la belleza con la que Dios ha intencionado nuestro tiempo, no queremos perderlo, mas bien descubrirlo.
Descubrirlo todo.
Viajar y conocer otras culturas, otros modos y otros tiempos. Creer que lo que lo poco que vamos acumulando tiene mejor lugar con los menos afortunados y encontrar contentamiento al otorgarlo. Poder ser luz para otros cuando sus lamparas se han apagado. Celebrarlo todo y querer hacerlo todo mejor que la ultima vez.
No necesitas ser perfecto, al contrario, solo necesitas permitir ser transformado. En el proceso en que somos transformados a la imagen de Dios está nuestro progreso y esto trastoca todas las areas de nuestro ser.
No te sorprendas cuando veas que, al permitir que Dios comience a transformarte, te das cuenta que ya no puedes conformarte. Comenzarás a ver que tu vida avanza de una cosa a lo próximo—de gloria en gloria.
¿Qué es lo próximo para ti? ¿Cual será tu proximo paso, tu próxima misión, el proximo sueño que cumplirás, el próximo proyecto que emprenderás? Cualquiera que sea, todo será parte de la próxima transformación que tendrás.
No somos llamado a vivir como Moises, cubriendo la gloria de Dios en nuestras vidas con un velo. Somos llamados a vivir en confianza y con valentía—a cara descubierta—para que la gloria de Dios sea reflejada por medio de nosotros a otros.