“Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.” Lucas 7:36-38
¿Cuándo fue la ultima vez que derramaste tu alma a los pies de Jesús? No por alguna angustia sino de gozo, amor y agradecimiento por lo que Dios ha hecho en tu vida. Eso fue lo que hizo esta mujer. La abundancia de perdón y la gracia que e mensaje de Jesús trajo su vida la movió a rendirse en gesto de humillación y amor, a sus pies. A menudo solemos continuar nuestra vida sin meditar en todo lo que Dios ha hecho en nosotros.
Esta semana te invito a que comiences una vida donde el recordar lo que Dios ha hecho por ti sea parte de tu diario vivir. Que el sentimiento que produce recordar la gracia De Dios para contigo, sea motivo de tu reencuentro cada día a los pies de Jesús.