Cuando vamos a la playa o a una actividad al aire libre siempre buscamos un lugar que nos de buena sombra. Nos podemos llevar una sombrilla y aun así miramos alrededor y buscamos ese lugar que nos haga sentir cómodos y más cuando el sol esta en todo su esplendor.
Tomar sol no es malo, sin embargo, cuando tomamos el sol en exceso nos hace daño en especial a los pacientes con condiciones autoinmunes o lo que tienen problemas en la piel. Nos ponemos de mal humor, nos drena tanto que nos quita las fuerzas.
Recuerdo en una ocasión uno de mis mejores amigos me invito a una bicicletada que habían organizado los jóvenes de su iglesia. Montamos las bicicletas y lo primero que me dijo fue: ¡Josué tú no puedes coger sol! ¡Compremos un bloqueador solar porque el sol esta fuerte y te va hacer daño. ¡Mejor quédate en el carro y nos encontramos en el parque!
No le hice caso, me extra limité tanto que él cuenta que miró hacia atrás y me vio en el piso cerca del parque fatigado, tan débil que no me podía levantar. Mis mejores amigos corrieron hacia mí para ayudarme a levantarme y buscar una sombra que me protegiera y que me diera una buena brisa.
Los demás jóvenes le preguntaron a mi amigo: “¿Qué le ocurrió?”
Él le comienza a contar a los jóvenes que yo tenía Lupus y había recaído. Luego dijo: “por eso corrí hacia él para ayudarle y buscar una sombra que lo protegiera.”
Me viene a la memoria la historia de un hombre llamado Elías. Este hombre lo habían amenazado de muerte. Cuenta la historia:
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.” 1 Reyes 19:3-4
Así estamos tú y yo las situaciones que enfrentamos son como un sol que nos da tan duro que nos crea insolación emocional y espiritual. Este desafío nos hace sentir que estamos caminando por un desierto sin un oasis que nos acobije.
Sin embargo son en estos momentos que tenemos que decir como el salmista:
“Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas,” (Salmos 17:8)
Hoy quiero decirte que rendirte no es una opción. No importa que tan fuerte te ataque tu enfermedad, tus problemas o cualquier situación siempre encontrarás esa sombra, ese oasis en tu desierto. No tengas temor a las malas noticias. Dice la biblia:
“Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido (Salmos 63:7-8)
Cuando encuentres esa sombra y sientas esa brisa te aseguro que vas a Volver a Nacer.