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El fuego que seduce

Jeremías no era el amigo de todos. Dios lo había levantado como profeta y en muchas ocasiones la palabra que Dios le daba para hablar no era la que la gente quería escuchar, por tal razón, lo despreciaban y lo rechazaban. Algo con lo cual Jeremías constantemente luchaba y no es para menos; no es nada de fácil sentir que la gente no te acepta, te rechaza o no quiere nada contigo. Esto era a tal nivel que provocaba que Jeremías se lamentara; el desanimo lo inundaba y hacía que sintiera rendirse en cuanto a su labor como profeta y de servir a Dios. 

Sin embargo, en una ocasión lo encontramos diciendo:

“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.” Jeremías 20:7-9

El fuego de Dios metido entre los huesos de Jeremías era la obra del Espíritu Santo. Ese fuego de Dios es lo que nos seduce cuando el desánimo invade y sentimos dejarlo todo. El Espíritu Santo, el cual en el día de pentecostés fue también derramado como fuego sobre los creyentes, es frecuentemente referido de esta manera—como un fuego.

El fuego quema toda impureza y todo lo que impide que llevamos a cabo la obra de Dios cómo Él quiere y nos da valor para llevar a cabo su encomienda. Ese fuego se llevó todo el desánimo de Jeremías, y provocó que mas allá de la realidad de su situación natural, él pudiera también ver la realidad sobrenatural de Dios. A tal punto que terminó diciendo:

Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.” Jer. 20:11

No obstante, Jeremías vivía una constante lucha entre el sentimiento de temor por lo que hablar la palabra de Dios le podía costar y entre el fuego de Dios que lo impulsaba a hablarla. 

Así nos pasa a nosotros también. En ocasiones, yo también he sentido el desánimo arropar mi vida. Comienzo a preguntarme: “pero, ¿para qué hago esto? (en cuanto a la obra de Dios). Sin embargo, el creyente maduro sabe reconocer el estado emocional de donde debe salir, no por nuestras propias fuerzas, sino por medio del Espíritu Santo. Y en medio del desánimo, levantamos manos a Dios y nos presentamos tal cual estamos. Es entonces cuando el fuego de Dios interviene.

Servir a Dios, de la manera que Él quiere, y llevar a cabo sus encomiendas cuesta sacrificio y obediencia. Procurando el fuego de Dios en nosotros, por medio de buscar su presencia y de la unción del Espíritu Santo, es la única manera de salir a flote para poder hacer la voluntad de Dios aun si enfrentamos oposición. La palabra de Dios siempre enfrentará oposición, pero nosotros somos llamados a llevarla como quiera. Por eso, nuestra pasión por llevar el evangelio de Jesús siempre debe estar acompañada del fuego y la unción del Espíritu Santo.

Esta es la formula que debemos procurar en nosotros como iglesia. Ese fuego nos sostiene y vuelve a afirmar nuestros pies sobre la roca cuando flaquean. El fuego del Espíritu Santo es el que opera en nosotros para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros. 

Nosotros somos los frágiles vasos de barro y el fuego de Dios es ese tesoro depositado en ellos como dijo Pablo:

 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” 2 Cor. 4:7-9


Jenilee Rebarber

Jenilee Rebarber es la fundadora de The Altar Place. Jenilee es nativa de Puerto Rico, y vive en el estado de Florida en EU con su hijo Adrián. Es doctora en optometría, empresaria y estudiante del seminario de Liderazgo Ministerial de la Universidad Southeastern. A través de cada temporada y rol, Jenilee ha permitido que cada área de su vida la lleve más cerca de Jesús y le gusta poner eso en palabras. Sus escritos se han publicado en WomenLeaders.com de Christianity Today, en el blog Boundless de Focus on the Family, en la Revista La Fuente y ha sido miembro del entrenamiento de escritores Compel. Para contacto e invitaciones puedes escribirle a: jenilee@thealtarplace.com
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