¿Es usted de las personas como yo que se hablan a sí mismos? En ocasiones, lo hago inconscientemente y es muy jocoso ver la cara de mis hijos pues sé exactamente lo que están pensando. A decir verdad, el auto-diálogo no es sinónimo de locura; esto puede evidenciar una buena salud mental y beneficiarnos de muchas otras maneras.
Según estudios de psicología, el auto-diálogo favorece nuestra salud neurológica. También es un buen ejercicio de autorregulación en los niveles de estrés y una herramienta de auto-motivación. En lo personal, se ha convertido en un buen ejercicio mental y espiritual. La razón de esto tiene mucho que ver en la manera en que fuimos creados.
Al leer 1 Tesalonicenses 5:23, podemos entender que el ser humano se compone de un espíritu, un alma y un cuerpo: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Cada parte comprende una función especial: el espíritu es lo que nos conecta con el Espíritu Santo de Dios y su voluntad, el alma comprende la mente y las emociones, y nuestra carne es la parte física visible en contacto con el mundo natural.
Hay días en los que mi alma, sin razones aparentes, se siente triste, cansada, confundida o perturbada. Aunque sabe que debe adorar a Dios, no quiere someterse en obediencia de la Palabra. Son esos los momentos donde le hablo en voz alta tal cual lo hacía David y como podemos apreciar en los siguientes versículos:
Salmos 42:5 “¿Por qué te abates, oh alma mía,Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle,Salvación mía y Dios mío.”
Salmos 103:1-2: “Bendice, alma mía, al SEÑOR, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.…”
Es maravilloso entender que, por el Espíritu Santo de Dios en nosotros, podemos ejercer su autoridad para hacer que nuestra alma se someta a la voluntad de Dios. Además de eso, es bueno entender que, lo que sale de nuestra boca impacta todo nuestro ser. Jesús en una ocasión dijo en Mateo 15:11 “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.” ¿Cuánto más nos puede beneficiar cuando hablamos palabra de Dios a nuestra alma?