“Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará.”
Lucas 10:42
Al maestro visitar la casa de Marta, ella rápidamente quería servirle preparando muchas cosas para él. Bueno, si Jesús entrara a mi casa, seguro yo también entro en “Marta mode” y busco como servirle de la mejor manera, pues soy una persona que procuro esmerarme en todo lo que hago.
El servicio es muy importante. Pero hay una actitud que Jesús identificó como una necesaria e incluso más importante o mejor que el servicio.
Es bueno ocuparnos de servir al Señor de la mejor manera, pero que esto no se convierta en querer impresionarlo. Marta quería impresionar, podía haber preparado un solo plato, pero Jesús implicó que estaba preparando demasiado y solo uno era necesario. El Señor no necesita ser impresionado por nadie.
Maria, por su parte, procedió a sentarse a los pies de Jesús—esto era la postura de un estudiante. El llegaba para enseñar, por eso le llamaban maestro. En comparación a servir y aprender, Jesús enseñó que mantener esa actitud de aprendiz era mucho más importante que el servicio.
El afán por servir no es bueno si no podemos tomar tiempo para sentarnos a sus pies, aprender de él y disfrutar su presencia. Ni aun la acción de servir es mejor que la postura de aprendiz.
Suele pasar que algunos pierden la capacidad de ser enseñados o la necesidad de aprender luego de llevar muchos años sirviendo al Señor. El Señor quiere que mantengamos esa hambre por aprender de Él, que vengamos a sus pies a escucharlo y no dejemos de tener la capacidad y el deseo de ser enseñados.
El desea que nunca dejemos de ser su aprendiz. Venir a sus pies es la manera en que podemos aprender de Él y todo el servicio que podamos darle no podrá superar la necesidad que tenemos de ser enseñados. Él es omnisapiente y nosotros, ¿que somos?
Por más que hayamos leído la Biblia tantas veces, predicado en tantos lugares o estudiado tanto, es peligroso perder esta actitud de aprendiz del Maestro.
¡Nunca la pierdas!
No importa cuan lejos llegues sirviendo al Señor, procura siempre sentarte a sus pies a ser enseñado. Él dijo que por solo eso vale la pena preocuparse. No pierdas la capacidad de ser enseñado por que él nunca termina de moldearnos y capacitarnos.