No siempre podemos entender las cosas que suceden. Cuando miramos atrás o a nuestra situación actual puede ser difícil encontrar explicaciones cuando le servimos al Señor. Por eso he aprendido que en Cristo debemos vivir enfocados hacia adelante.
Tratar de entender las situaciones adversas que nos han sucedido puede ser una gran trampa del enemigo que nos lleva a conclusiones incorrectas, cuando además esas explicaciones pueden ser irrelevantes ante el plan de Dios para nosotros.
Cuando inevitablemente las preguntas pasan por mi mente, solo tengo una contestación: “quizás no entiendo lo sucedido pero no lo necesito, porqué si de algo estoy 100 por ciento segura es de lo que Dios quiere para mi vida y voy tras eso, a eso me aferro y para eso solo necesito dirigirme hacia el futuro y concentrarme en lo que viene adelante.
Al pensar de esta manera, puedo sentir gran seguridad, al poner toda mi confianza en los planes que se que Dios tiene para mi, porque lo he conocido. No hace falta nada más, podemos tener esa gran confianza en su bondad.