Con todos los avances tecnológicos, pensaríamos que hoy día seriamos capaz de acercarnos más a las personas. Pero, realmente vemos lo contrario.
“Texteame, no me llames.”
“Envíame mejor un email.”
Las personas con quien estamos “conectados” viven sus mayores o peores momentos de la vida y creemos que el like que le dimos a su status de facebook o el comentario que le dejamos es suficiente.
En los pasados años me he alejado por grandes espacios de los medios sociales. Durante ese tiempo me di cuenta que personas a lo cual yo pensaba estar conectada—había tenido una amistad, compartido con ellos y tenían mi numero de teléfono—realmente tenía una conexión llana y superficial. Estuve largos meses fuera de las redes, donde “conectaban” conmigo todo el tiempo, sin embargo no recibí llamadas, ni mensajes de la gran mayoría de ellos, para saber de mí durante todo ese tiempo.
La mayoría de mis “conexiones” no pasaron la prueba.
La tecnología hoy día nos provee un medio de conexión pero no necesariamente un medio de relación. Pues las relaciones toman más que simples palabras escritas en algún medio. Las buenas relaciones requieren ser cultivadas con acciones que comprueban el amor, interés genuino y confiabilidad que hay en ellas.
El modelo bíblico para las relaciones refleja una interacción mucho mas profunda, comparado con la llanura de las relaciones que modela la cultura de hoy. Más allá de relación el evangelio nos invita a tener fraternidad o compañerismo—palabras que por sí solas envuelven un mayor significado.
Y es que Jesús mismo afirmó que la gente reconocería que somos sus discípulos si nos amamos los unos a los otros. En la Biblia vemos aquellos principios de la iglesia primitiva—partiendo el pan en sus casa y hospedando huéspedes.
Contrario a las tendencias de nuestra generación, el cual cada vez se vuelve mas ego-centrista, y mas allá que de una relación, el evangelio se basa en principios del compañerismo tales como: estimar a otros como superiores a nosotros, que nos necesitamos unos a otros para levantarnos y que el hierro se afila con el hierro.
“Por último, todos deben ser de un mismo parecer. Tengan compasión unos de otros. Ámense como hermanos y hermanas. Sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde. No paguen mal por mal. No respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él les concederá su bendición.” 1 Pedro 3:8-9
A cosa difícil nos ha llamado Dios, pues no se trata de nosotros mismos.
Queridos amigos, see que es muy fácil caer en el mensaje y la influencia que la generación de hoy dicta. Tengamos en cuenta que solo alcanzaremos esta generación para Cristo cuando practiquemos la diferencia de lo que el mundo estipula y ofrece. ¡Practiquémoslo! Para poder tener un compañerismo profundo, como el de la Biblia, primero se necesita tener una relación profunda con el Padre.
Pide a Dios que te ayude a reflejarlo a Él de esta manera y mantente realmente conectado con personas que pueden estar en ese mismo sentir.
Llámalos, inclúyelos, mantenlos en oración, invítalos a comer a tu casa y den gracias a Dios juntos y ayúdalos en sus momentos de necesidad.
De eso se trata el evangelio.
“Si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado.” 1 Juan 1:7