Por un momento, cuando comencé mi día, me puse a pensar en todo lo que me falta. Metas y deseos personales, profesionales y ministeriales que faltan por alcanzar, pero no me permito desalentarme.
Estoy convencida en la fidelidad de Dios y que lo único que puedo hacer ante esto es continuar trabajando arduamente para lograrlo, así que, me llené de esperanza.
La esperanza es la única vacuna contra el desaliento.
¿Pero cómo logro recobrar mi esperanza para seguir mi rumbo sin desenfocarme?
Voy a la fuente. Cada dia.
Cuando los motivos para lo que deseas alcanzar se encuentran cimentados en los propósitos del Reino, tu puedes correr a Él en confianza para recordar sus promesas.
“Señor tu has dicho en tu palabra y cumplirás”:
Eres Fiel y poderoso. Sal 89:8
Tu proveerás todo lo que necesite. Filip 4:19
Los que esperan en ti, renovarán sus fuerzas, correrán y no se fatigarán. Isaias 49:31
Si tienes fe, solo basta recordar sus promesas para centrarte en continuar tu camino.
El Dios que te ha persuadido con pasión incansable hacia lo que te has propuesto, no abandonará su objetivo. El es el gran fuego que aviva tus pasiones con el fin de mostrar sus grandes obras.
Hoy elevo una oración cómo la de Habacuc por todo aquel que está siendo persuadido por Dios a alcanzar cosas mayores, a ser parte de alguna obra o a mayor entrega.
“Señor, he sabido de tu fama; tus obras, Señor, me dejan pasmado. Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo;”
“»¿Estabas enojado, SEÑOR, cuando golpeaste los ríos y dividiste el mar? ¿Estabas disgustado con ellos? ¡No! ¡Enviabas tus carros de salvación!”
Habacuc 3
“Por todo aquel en cada rincón que ha escuchado de tus maravillas , que anhelen ver tus grandes obras también en su generación.
¡Avívanos! Despierta pasión por ti en ellos y que vean que tu estas por ellos, a favor de ellos y no encontra.
Llama, capacita, provee, dirige y envía.
Amen.”