A medida que va pasando el tiempo, son más los padres que vemos preocupados por las crisis que están afectando a las nuevas generaciones. El aumento en el consumo de alcohol y las drogas, la violencia en las calles y las escuelas, las crisis de identidad, las depresiones y altas tasas de suicidios nos sacuden a diestra y siniestra y esto nos lleva a preguntarnos qué podremos hacer.
Según un artículo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año fallecen más de 1.2 millones de adolescentes por causas que, en su mayor parte, podrían evitarse. Ante ésta alarmante realidad, pedí a Dios en oración una palabra de consuelo y esperanza la cual encontré en Deuteronomio 4:40:
“Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre.”
Este versículo nos invita a profundizar en los fundamentos en nuestra vida y a entender que nuestra esperanza para un futuro mejor, en realidad no descansan en los preceptos humanos sino en reconocer que debemos cumplir con los mandamientos de un Dios de amor que nunca cambia y es el único que puede guardarnos de todo mal y preservarnos.
Preservar significa cuidar algo para conservar su estado, evitando que sufra algún daño o peligro. Esta es la esperanza para los hijos de Dios; que no importa las circunstancias que nos rodean y cuánto las cosas vayan empeorando en este mundo, podemos estar confiados de que solo en Dios estamos seguros, que él nos preservará evitando que suframos muchos daños y que, más que nuestro cuerpo físico corruptible, Dios guardará nuestra alma de todo mal cuando tomamos la determinación de vivir en su voluntad.
Al comenzar o concluir cada día, es importante recordar el gran impacto de la oración por nuestros hijos. El Salmo 12:7 nos da una idea de una palabra poderosa que podemos orar sobre ellos:
“Tú, Jehová, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre. Amén.”
