“¡El dinero no nace de los árboles!”, “¡Un buen matrimonio no surge por accidente!”, “No todo baja del cielo como por arte de magia; ¡hay que trabajar!” o “¡Los buenos hijos no nacen enseñados!”: son algunas expresiones que muchos de nosotros escuchamos en nuestra niñez y que nos han ayudado a tomar decisiones más firmes y a esforzarnos por lograr nuestras metas.
Estoy consciente de que, aunque esta generación cambie de parecer, la palabra de Dios no cambia y en ella podemos ver los resultados placenteros y tangibles de gente esforzada. Lo mejor de todo es uno mismo irlas experimentando en nuestro diario vivir:
- Estabilidad y puertas abiertas: 2 Pedro 1:10-11 dice: “Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”
- Escalar de posición. Proverbios 12:24 nos enseña: “El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado.”
- Buen testimonio ante Dios y los hombres.Proverbios 3:3-4 dice: “Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.
- Vida plena en la tierra. Deuteronomio 5:33 “Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.”
- Vida espiritual fortalecida. Deuteronomio 4:29 “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.”
Analizando el valor de todas estas cosas, podemos darnos cuenta que no tienen precio y aunque nos causen cansancio, podemos contar con la fidelidad de Dios de recibir su descanso y fortaleza para continuar hacia adelante.
