Hay momentos en que pueden llegar a nuestras vidas situaciones que pueden ser amenazantes para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual. Nuestra fe y perseverancia es probada y no podemos ver como nos encontramos en el escenario perfecto para conocer a Dios de una manera que nunca antes lo hemos conocido personalmente.
Decimos que Dios es nuestro libertador— ¿Pero cómo conoceríamos esto si no sabemos lo que es sentirse restringido?
Decimos que Dios es nuestra justicia—¿Pero cómo conoceríamos esto si no sabemos lo que es ser tratado injustamente?
Decimos que Dios es nuestro sanador —¿Pero cómo conoceríamos esto si no sabemos también lo que es estar herido?
Hay batallas que, inevitablemente, tendremos que atravesar. Y cuando somos lastimados durante ellas, se puede tornar aún mas difícil seguir hacia adelante. Algunas batallas pueden ser tan intensas que, mientras estamos en ellas, puede parecer que estamos perdiendo —aunque en realidad estamos ganando. Solo a través de la fe y la perseverancia podemos completar nuestra parte mientras Dios hace la suya; porque El sí pelea por nosotros.
En ocasiones podemos ver a Dios librarnos de nuestras batallas; sin embargo, no sentimos que estamos saliendo de ellas. Vemos algunos resultados, vemos algunos cambios, vemos algunas resoluciones, pero también pueden haber otras cosas que no se están viendo muy bien.
Vemos al enemigo finalmente abajo. Pero entonces, miramos alrededor, y observamos que todo está hecho un desastre. Vemos los escombros y las cenizas de todo lo que fue quemado y se ha derrumbado. Inevitablemente también, recordaras la lucha, el dolor y la angustia que pasaste en medio de tu batalla. Pero esas cenizas representan todo lo que tenia que ser quemado. Ellas representan todo lo que no estaba bien y tenia que venir abajo.
En este momento es importante entender que Dios no ha terminado. El enemigo ha sido derrotado, pero ahora es tiempo de limpieza y restauración —y esto también puede tomar un tiempo para lograrlo.
Mientras Dios hace esto —¿Verás las cenizas y los escombros y recordarás el dolor como si estuvieras aún en la batalla? ¿O las verás como la victoria que Dios te ha dado para emprender el futuro construyendo algo mejor y para seguir hacia adelante?
Tantas veces podemos cometer el error de asumir que Dios va a tratar con nuestros problemas de una manera tan simple donde, en un instante, todo va a desaparecer mágicamente. En la realidad, puede haber tanto que hacer, que puede ser muy complicado trabajar con todo de una sola vez.
Ahora, mientras Dios te da victoria tras victoria, poco a poco— ¿Lo celebrarás o continuaras angustiado por lo que aún falta por arreglarse? A veces, aunque ya hemos conquistado parte de la tierra, cuando todavía falta más por conquistar, podemos sentirnos que no hemos conquistado nada—ya que todavía no hemos visto el resultado final.
Pero, ¿no es mejor ver lo que hemos conquistado como una garantía que también obtendremos lo que nos queda adelante? Si Dios nos ha traido hasta donde hemos llegado, también conquistaremos con El, el resto.
Usa las victorias del presente como una promesa de que también alcanzarás lo que todavia necesita ser conquistado. Recuerda las victorias del presente con alegría por lo que Dios ha hecho. No permitas que el recuerdo del proceso doloroso de la batalla obscurezca la gloria de la victoria que has obtenido con el Señor. Cada día anímate, recordando lo que ya Dios ha hecho y ten fe que, de la misma manera, conquistarás con El lo que todavía necesita ser conquistado.
- Encouragement through our battles
- Vida de contradicciones