Estaba de rodillas una noche justo antes de acostarme. Sin saber qué decir, consideré mis opciones. Pensé que tal vez podría buscar consuelo en la adoración, pero realmente no tenía la serenidad en ese momento. Tampoco tenía fuerzas para orar intensamente. La razón por la cual no podia hacerlo era probablemente porque ya lo había hecho muchas veces. Sin embargo, estaba en el mismo lugar.

Estaba en ese punto en el que sigues mirando de un ,momento a otro pensando que se te debe haber escapado algo, dado tu falta de comprensión. Después de mucha exploración, una sensación de desesperación me rodeó inevitablemente. Estaba completamente perdida y, por eso, esta vez fue muy diferente de muchas noches. Estaba allí de rodillas ventilando todo lo que había estado sucediendo.

Así que allí estaba exponiendo mis “argumentos” a Dios. Junto con mi vívida narración de cómo iban las cosas, hice un gran esfuerzo para comprobar que Dios estaba en el asunto. Al mismo tiempo, estaba tratando de descubrir cómo confiar en él. Pero, ¿cómo podría cuando había todo este enigma en mi mente sobre qué estaba pasando y cómo parecía que Dios no haría nada y ni pensar en lo que podía esperar Dios de mí? Sí, tiendo a sobre pensar las cosas un poquito.

Después de concluir toda mi ventilación, me di cuenta de que realmente estaba argumentando con mi situación, y no hablando con Dios. Finalmente llegó el momento de recurrir a Dios. Respiré profundamente y mientras exhalaba, dejé de buscar respuestas. Era el momento de someter mis argumentos al escrutinio de mi fe.

Comencé a recordarme de quién es Dios y dije: “Dios, el tiempo periódico de mi situación y la falta de cambios significativos me están diciendo que tal vez no estás aquí, o que no has escuchado y por eso estoy teniendo dificultades para confiar en ti. Pero a pesar de que me siento así, no lo creeré porque si lo creo, sé que te estaré negando”. Entonces comencé a hacer estas tres declaraciones:

“Creo que te importa.”

“Creo que me amas.”

“Creo que me cuidarás”.

Luego dije: “He creído en eso antes y he visto resultados, así que seguiré creyéndolo pase lo que pase”.

La afirmación de estas declaraciones veraces me hizo sentir que incluso si perdiera algo en el camino o si tuviera que enfrentar lo que más temo, estaría bien. Después de orar así, inmediatamente estas dos palabras pasaron por mi mente: “fiel” y “verdadero”.

Esas dos palabras realmente perforaron mi corazón. Recordé cómo esas palabras describen a Jesús en el libro de Apocalipsis: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.” (Apocalipsis 19:11).

Esas palabras lo definen.

Mientras continuaba meditando, mi alma se inundó de la paz de Dios y pude comprender lo que estas dos palabras significan para un creyente. Independientemente de las circunstancias que encuentre, su cuidado hacia mí seguirá siendo el mismo. Sus promesas hacia mí se cumplirán. Los desafíos pueden estar presentes, pero el resultado de bien está garantizado.

Cuando las situaciones caen más allá de mi control, solo se puede descansar sabiendo quién es Dios. Puedes tener paz sabiendo que el lo tiene en sus manos, porque nada puede escapar de su conocimiento y comprensión.

Cuando enfrentamos situaciones complicadas en nuestras vidas, a menudo venimos a Dios en busca de respuestas y soluciones. Muchas veces no podemos encontrar la respuesta porque no es nuestro lugar tenerla. Dios tiene la respuesta; él se encargará de eso. En cambio, nuestro lugar puede ser simplemente uno de confianza, donde podemos crecer en la seguridad de saber y confiar en quién es Dios.

Es posible que no estes visualizando la solución y que te sientas atrapado con el problema, pero puedes tener la certeza de que en la fidelidad De Dios, eventualmente, sucederá algo. Y pase lo que pase, puedes confiar en la veracidad de Dios de que estarás seguro.


Jenilee Rebarber

Jenilee Rebarber es la fundadora de The Altar Place. Jenilee es nativa de Puerto Rico, y vive en el estado de Florida en EU con su hijo Adrián. Es doctora en optometría, empresaria y estudiante del seminario de Liderazgo Ministerial de la Universidad Southeastern. A través de cada temporada y rol, Jenilee ha permitido que cada área de su vida la lleve más cerca de Jesús y le gusta poner eso en palabras. Sus escritos se han publicado en WomenLeaders.com de Christianity Today, en el blog Boundless de Focus on the Family, en la Revista La Fuente y ha sido miembro del entrenamiento de escritores Compel. Para contacto e invitaciones puedes escribirle a: jenilee@thealtarplace.com