Tendemos a hacer preguntas como: “¿Dónde estaba Dios cuando esto sucedió?” O “¿Por qué ha sucedido esto si te sigo a ti, Dios?”
No hare esas preguntas jamás. NUNCA. Te dire por qué.
En medio de un inmenso dolor y desesperación, cuando Jesús fue crucificado, él exclamó y dijo: “Dios mio, ¿por qué me has abandonado?” Realmente, amo el lado de Dios de Jesús, él sabía todo, sabía que su hora de morir llegaría. Pero, el lado humano de Jesús fue el que dijo esto y el que nos dejó saber que el conoce lo que estamos pasando porque Jesús lo experimentó todo: traición, dolor, tristeza y quebrantamiento.
Hay una parte de nosotros que por alguna razón crea la expectativa de que, debido a que servimos a Dios, no nos enfermaremos, experimentaremos ninguna tristeza o calamidad o que, más bien, seremos personas felices y nada nos saldrá mal. Dios nunca prometió eso. De hecho afirmó que en este mundo estaremos afligidos, pero que debemos confiar en él porque el ha vencido al mundo. Entonces, ¿por qué nos preguntamos cómo es que me ha sucedido esta cosa mala?
Nuestras expectativas sobre cómo nos vemos a nosotros mismos como creyentes en este mundo deben ser cambiadas.
Cuando venga su Reino, seremos felices para siempre. Hasta entonces, no somos intocables. Somos VENCEDORES.
Lo que Dios ha prometido es ser un padre, ser un amigo, darnos paz y consuelo, proveer y estar con nosotros.
Cuando estás en el valle, puedes encontrarte haciendo esas preguntas. Muchos “por qué y cómo es posible” son las preguntas que nunca volveré a hacer porque Dios me mostró la respuesta.
Es en el valle profundo que Dios se define a sí mismo por quien El es en este mundo roto para nosotros. Es allí donde nos encontramos de nuevo con sus promesas.
Los resultados que alcanzamos en el mundo espiritual cuando hemos atravesado estos valles son las victorias que se nos han prometido. Una vida restaurada, un espíritu alegre y un corazón limpio son ejemplos de lo que solo se puede lograr con Dios a tu lado mientras atraviesas un valle triste y desolado. Sé que nunca hubieran esos resultados, si no hubiera sido por la presencia de Dios en mi vida. Te aseguro que no sería lo mismo.
Cuando te sientes tentado a preguntar: “¿cómo es posible?” … solo di “Hasta que venga su Reino”
La respuesta a dónde está Dios, ya lo sé, ¡Él no se apartará de nuestro lado, haciendo que todo sea posible para que podamos superarlo todo con victoria!