Hay frases o expresiones que, al escucharlas, puede que nos causen una conmoción en nuestra mente ó un nivel de incomodidad.
Creo que una de ellas es: ‘¡Arrepiéntete!’.
Y es que, lamentablemente, aunque esta expresión sugiere algo ventajoso para el ser humano, muchas personas la asocian más a una condenación que a una bendición. Es por eso que es necesario estudiar palabras como éstas en su contexto.
Al escudriñar la Palabra de Dios donde se hace mención del arrepentimiento en varios versículos, podemos llegar a un mejor entendimiento del corazón de Dios.
Dice Jeremías 29:11 que “Dios tiene planes de bien para con nosotros y no para mal a fin de darnos un futuro y una esperanza.”
Por tanto, el fin del arrepentimiento en la Palabra de Dios no es hacer señalamientos o traer condenación a nuestra vida, sino que, por el contrario, intenta traer un bienestar a nuestro ser mediante una relación más cercana con Dios—el ser más santo.
‘Arrepentirse’ no es otra cosa que cambiar de actitud al tomar conciencia de algún error cometido. En la palabra podemos ver que aunque todos hemos sido destituidos de la gloria de Dios por haber pecado (Romanos 3:23), el sacrificio de Jesús hizo posible que podamos experimentarla mediante el arrepentimiento.
Es a través del arrepentimiento que, no solo hallamos el perdón de nuestros pecados, sino que también damos ese primer gran paso a experimentar un avivamiento y un refrigerio en nuestra vida espiritual.
Hechos 3:19 dice:
“Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor…”
Fíjense que en este versículo podemos percatarnos que esa invitación al arrepentimiento expresa el deseo de Dios de que podamos experimentar tiempos de refrigerio para nuestra alma cansada, pues el pecado trae consigo esclavitud y su paga es la muerte como dice en Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna.”
El experimentar tiempos de refrigerio en la presencia del Señor tras un genuino arrepentimiento, es la premisa a un avivamiento en nuestro ser el cual es necesario para nuestra sanidad, libertad, restauración y victoria en un mundo donde abunda el pecado.
Hoy puedo decir: ¡Gracias Dios, porque el arrepentimiento es una gran oportunidad que me das de acercarme a ti para experimentar tu presencia y avivar mi ser!