“Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:—¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?Le respondieron:—Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas. —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?—Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro”. Mateo 16:13-16
Jesús siempre estaba rodeado de sus discípulos, pero me parece que en esta ocasión quiso hacer un sondeo para verificar si realmente ellos lo conocían y lo seguían por quién era. Cuanto más que nosotros también necesitemos personas a nuestro alrededor que puedan traer afirmación a cerca de quienes somos en Dios.
El enemigo constantemente nos miente intentando hacernos creer que somos menos de lo que realmente somos en Dios, mientras nos recalca nuestros errores y defectos.
Por eso, no conviene la cercanía con aquellos que solo están con nosotros por alguna conveniencia de lo que la relación puede traerle a ellos, terminarán traicionándonos o desalentándonos.
Todos necesitamos gente tanto realista como afirmativa a nuestro alrededor—aquellos que, al igual que Pedro, puedan afirmar con rapidez quienes somos en Dios a la hora de hablar de nosotros. No olvidemos también, ser esa persona de afirmación para aquellos que están a nuestro alrededor.
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