Te encuentras en ese lugar donde ya has estado antes. Es el mismo lugar que te habías esforzado tanto por no regresar. Esta vez, lleno de preguntas. Decepción.
Tan solo pensando: “Otra vez, ¿Cómo?”
¿Cuantas veces hemos sentido que hemos caído en lo mismo, hemos repetido la conducta, el error o no podemos alcanzar lo que queremos mejorar cuando somos probado en ello? Al encontrarnos en esa posición solemos sentirnos desesperanzados. Como consecuencia, puede pasar una de dos cosas.
Pensamos que nos debemos rendir ó sentimos que, aunque hemos caído nuevamente, este no es el lugar para nosotros. Y es que cuando nos sentimos de esta manera, el deseo de ser alguien mejor sobrepasa el conformarnos a nuestras flaquezas.
Si estas en ese lugar nuevamente pero te sientes que no quieres estar ahí, tienes las herramientas necesarias para levantarte. La habilidad de distinguir e identificar cuando no estas haciendo las cosas bien es una tremenda cualidad en una persona. Esta cualidad va puliendo tu vida hasta que resultas ser una gran joya.
La incomodidad y el inconformismo propio nos empuja a movernos aún cuando somos nuestro peor enemigo. La batalla muchas veces es propia, con nuestros propios deseos o costumbres. Aún cuando te falte, mira cuanto has progresado. Si has tenido progreso— con mas razón— no deberias rendirte.
Perdónate a ti mismo. Vuelve a empezar por donde te equivocaste. Aprende de tus errores. El cambio, muchas veces, conlleva una entrega de nosotros mismos y no todo el mundo esta dispuesto a entregar eso.
Es por esto que Jesús dijo: “el que quiera seguir en pos de mi nieguese a si mismo” (Mat 16:24). No hay otra manera de seguir a Cristo. El orgullo, la soberbia, la falsedad y la pretencion hacen imposible esta entrega. Sin embargo, tus flaquezas no son impedimento porque El está dispuesto a ayudarte en tu debilidad.
Y de igual manera el Espiritu nos ayuda en nuestra debilidad… Romanos 8:26
Por medio de esa entrega, tú y Dios, juntos, vencerán las debilidades.
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:10