“Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.”
Colosenses 3:16
Desde pequeños, es común que nos enseñen a dar las gracias al recibir algún regalo, cumplido o favor. Muchas veces, lo hacíamos para no llevarnos un regaño vergonzoso frente a la gente. Sin embargo, ¿puedes recordar la primera vez que sentiste una gratitud genuina que te hizo decir “gracias” con una gran sonrisa, pensando que decirlo no era suficiente?
Eso es gratitud de corazón.
En Colosenses 3, podemos ver unos antecedentes importantes que nos llevan a experimentar esa misma gratitud de corazón:
- Que ‘habite’ en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza. Esto implica la responsabilidad que debemos tomar como creyentes de llenarnos de la Palabra y hacer de nuestro corazón un lugar apto para que esa Palabra pueda hacer morada en él.
- La importancia de ser instruidos y aconsejados sabiamente por la Palabra. La Palabra es la luz que ilumina nuestro caminar, haciendo que nuestra toma de decisiones cotidianas y manera de comportarnos sean sabias, correctas y justas, resultando en paz mental y en el disfrute de una vida plena.
- Cantar salmos, himnos y canciones espirituales a Dios. Conserva una actitud gozosa que nos hace recordar, de manera intencional, las promesas de nuestra victoria en Cristo Jesús, sus bondades y fidelidad en cualquier circunstancia, reemplazando así pensamientos de queja o frustración que puedan generar en nosotros ansiedad.
RFLEXIONA: ¿En cuál de esas tres áreas debo trabajar para desarrollar en mi vida una actitud de gratitud de corazón?
ORA: “Padre, ayúdame a que tu Palabra habite siempre en mi corazón y a recibir el consejo sabio que me llevará a demostrar con acciones una gratitud genuina de corazón. Te pido que yo pueda alabarte en todo tiempo y gozarme en tu fidelidad. En el nombre de Jesús, Amén.”