Experimentamos preocupación cada vez que no podemos cambiar algo que nos afecta. Experimentamos ansiedad cada vez que anticipamos que algo nos puede afectar y experimentamos estrés cada vez que nos desafían a hacer algo que es difícil para nosotros.
Aunque estos son todos sentimientos normales a los que nuestros cuerpos responden, no deben tomar el control de nosotros y no debemos permitirles que nos dominen— no nos hacen ningún bien. La ansiedad es una de esas emociones que no puedes dejar que se apoderen. Aunque no somos inmunes a estas emociones, tenemos algo que decir en nuestras vidas sobre nuestros sentimientos. No tienen que quedarse y no tienen que tomar el control. Puedes decidir voluntariamente eliminarlos de tu mente y corazón.
Por eso Jesús dijo:
«Así que no te preocupes por estas cosas, diciendo:‘ ¿Qué comeremos? ¿Qué vamos a beber? ¿Qué nos pondremos? “Estas cosas dominan los pensamientos de los no creyentes, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. “Así que no te preocupes por el mañana, porque mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas de hoy son suficientes para hoy “. Mateo 6: 31-34
Pedro propuso que lugar darle a nuestras ansiedades: «Pon todas tus ansiedades en Él, porque Él cuida de ti». 1 Pedro 5: 7
“Coloca tu energía en lo que sí puedes cambiar. Y coloca en oración lo que no puedes. Vive tu hoy, deja el resto a Dios.”
Durante mucho tiempo en mi vida, no me di cuenta de cómo se requiere un esfuerzo voluntario para hacer esto. Simplemente, no sucederá por si solo. Puedo orar, pero necesito decidir y actuar para dejar mi ansiedad dentro de la capacidad de Dios para manejar las cosas, no la mía.
Solo cuando puedo confiar en Dios con lo que estoy orando, puedo entregarle a él mi preocupación. Mi mente debe estar decidida a rechazar mis ansiedades. Es una decisión que debo tomar. En cambio, debería cambiar mi mente a cosas mejores.
«Y ahora, queridos hermanos y hermanas, una última cosa. Fije sus pensamientos sobre lo que es verdadero, honorable, correcto, puro, encantador y admirable. Piensa en cosas que son excelentes y dignas de elogio ». Filipenses 4: 8
Cuando no tengo nada más en mis manos para crear el cambio que necesito, puedo transferir la ansiedad que llega con esas expectativas a Dios. Cuando me quedo impotente, es hora de rendirme a quien todo lo puede.
Solo de esa manera, puedo dejar a un lado el estrés, la preocupación y la ansiedad que inevitablemente llegará, pero no tiene que quedarse. ¿Por qué debería preocuparme o estar ansioso si Dios no quiere que lo haga?