Esperar puede ser algo muy difícil para muchas personas, especialmente para aquellos con tipos de personalidad que se caracterizan por ser muy determinados. Y aun así, esta es un área necesaria para que crezcas en el espíritu y en tu fe.
No puede haber ninguna espera, si realmente no hay esperanza. La esperanza—la verdadera y cruda que viene cuando tus ojos están enfocados únicamente en Jesús—es el único camino por el cual puedes esperar pacientemente.
Ese tipo de esperanza—la esperanza que realmente necesitas—no viene de otra manera que no sea a través de tu sufrimiento.
Así que, hasta que seas despojado de tu propio razonamiento, tus propios recursos, tu propia confianza y tu propio poder, no tendrás suficiente esperanza para obtener lo que solo puede venir del Señor mientras esperas en él.
Así que mi amigo, ¿lo quieres? ¿Quieres lo que el Señor tiene para ti?
“Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza.”
Romanos 5:3-4
El camino a la esperanza viene después del sufrimiento que produce un carácter piadoso.
Tal vez hoy no sientes esa esperanza y solo sientes el sufrimiento.
Está bien.
Todavía estás en el camino que puede llevarte a la esperanza que necesitas. Cuando ya hayas terminado con controlar, producir y procesar, tu corazón estará listo para lo que Dios puede hacer para producir esperanza en él.
Olvida lo que estás tratando de recibir por ahora, el Señor está más interesado en producir en ti el carácter correcto, para que lo que te entregue sea fructífero.
La esperanza está en camino.
La esperanza nació a gente muy humilde, pero muy fiel en Nazaret; mientras daba cara al rechazo, las necesidades y la subestimación.
Entonces, de la misma manera, mi esperanza es que hoy puedas soportar el sufrimiento que está a punto de producir el carácter que te dará la mayor cantidad de esperanza posible para esperar en el Señor hasta que nazca de ti lo que te ha prometido.
Recuerda esto:
Prometido a ti, pero nacido de ti—no en tu propia fuerza y carne, sino a través del espíritu.
Así que en tu sufrimiento, oro por ti así:
“Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre pueblo santo, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos.” Efesios 1:18-19
Que conozcas la esperanza a la que él te ha llamado.