ĀæAlguna vez ha meditado en la importancia de sus manos y en todas las funciones que puede realizar con ellas? Sin duda, nuestras manos podrĆan representar una de las partes mĆ”s importante de nuestro cuerpo. Ellas nos ayudan a alimentarnos, asearnos, vestir nuestro cuerpo, agarrar cosas, sentir, trabajar, protegernos, expresarnos, conducir de un lugar a otro, comunicarnos, conectar con otros, ayudar⦠en fin, nuestras manos desempeƱan muchos roles importantes que nos ayudan en el Ć”rea espiritual, emocional, social y fĆsica. Ā
Para Dios, nuestras manos son muy importantes. En primer lugar, nuestras manos nos asemejan a Ćl. Desde GĆ©nesis hasta el Apocalipsis, vemos a un Dios que usa sus manos para formarnos, corregirnos, guiarnos, protegernos y bendecirnos, tal cual un padre hace con sus hijos. Pero, a diferencia de las manos de Dios, las nuestras se cansan, se lastiman y se enferman.
La Palabra de Dios en Marcos 3 nos revela una historia muy interesante sobre un hombre que tenĆa una mano seca. Esto significa que su mano se habĆa “arrugadoā; estaba mĆ”s pequeƱa e inĆŗtil. Esta condición podrĆa deberse a una parĆ”lisis del nervio radial, una manifestación tĆpica de la intoxicación por plomo. Esto impedĆa que el hombre pudiera trabajar y socializar sanamente pues, en aquel tiempo, las personas con impedimentos eran rechazadas por creerse que su situación era causada por un pecado o maldición. Evidentemente, esta condición constituĆa una vergüenza profunda, afectando en gran manera la estima de aquel hombre.
Pero JesĆŗs vino a su encuentro.
Marcos 3: dice que otra vez JesĆŗs entró en la sinagoga en un dĆa de reposo donde ese hombre de la mano seca se encontraba. Dice que allĆ tambiĆ©n se encontraban unos fariseos que acechaban a JesĆŗs para ver si le sanarĆa. El verso 3 dice que JesĆŗs dijo al hombre que tenĆa la mano seca: āLevĆ”ntate y ponte en medio.ā
MĆ”s adelante, en el verso 5 dijo al hombre: āExtiende tu mano. Y Ć©l la extendió, y la mano le fue restaurada sana.ā
A nivel espiritual, nuestras manos tambiĆ©n pueden secarse. Muchas veces me he encontrado con personas a las que antes, les encantaba trabajar, crear, ayudar al necesitado, comunicar y conectar con otros. Pero, lamentablemente, por desconsideraciones, falta de gratitud de otros, traiciones, heridas y afrentas en la vida, dejaron de hacer todas esas cosas que les afirmaba en su propósito de vida, dejando asĆ que se secaran sus sueƱos y anhelos de ayudar y servir con la misma pasión que antes lo hacĆan.
Sus manos espirituales se han secado.
Jesús hoy quiere sanar esas manos secas. Hoy Jesús les mira con amor, y les invita a levantarse y ponerse en medio. Eso implica la actitud de escuchar su voz, cambiar de posición (actitud mental) y a dar pasos de fe que nos hagan salir de la zona oscura de resignación.
Es posicionarse bajo la luz donde el milagro serÔ mayor que la vergüenza.
JesĆŗs tambiĆ©n pide que extiendas tu mano. Esto implica darte la oportunidad de ser sanado y volver a ejercer tu función, sobrepasando los traumas del pasado que te llevaron a tu mal estado JesĆŗs no solo restaura tu mano, sino tambiĆ©n tu fe, esperanza y sabidurĆa.
Estoy segura que aquel hombre sanado de la mano seca, supo valorar la salud de su mano mÔs que cualquier otra persona sana. La intervención de Jesús en aquellos pocos minutos le devolvió la fe y hasta la vida misma pues le otorgó la posibilidad de trabajar, ayudar, comunicar y sentir.
Creo que aquel hombre tambiĆ©n aprendió a actuar con sabidurĆa y rectitud para no volverse a enfermar. Esas son todas las cosas invaluables que nos ofrece JesĆŗs y que estĆ”n disponibles hoy para todos nosotros; para ayudarnos a ejercer nuestro propósito en la tierra con gratitud y sin miedo al fracaso.