Como creyentes, somos llamados a vivir ante Dios, y ante los hombres, una vida Ãntegra y honesta. Esto es posible solo cuando primeramente podemos ser honestos con nosotros mismos—algo que puede resultar ser muy difÃcil.
Como creyentes, somos llamados a vivir ante Dios, y ante los hombres, una vida Ãntegra y honesta. Esto es posible solo cuando primeramente podemos ser honestos con nosotros mismos—algo que puede resultar ser muy difÃcil.