Este atleta estaba en su marca para correr la carrera de su vida. En solo segundos podia obtener el premio que tanto anhelaba y por el cual tanto habÃa trabajado. Un solo paso de error, en un momento tan vulnerable a los errores, ocasionó el peor momento.
Al ver su fracaso sólo pude trasladarme a mis propios momentos en que también he fracasado. Quizás no de la misma manera, pero bajo el mismo sentimiento—frustración y auto decepción ¡Cuanto dolor!
Es que en esta vida no hay super heroes. SerÃa muy fácil vivir cuentos de hadas donde todo es precioso, pero esa no es la realidad que vivimos.
Todos hemos estado en nuestra final olÃmpica de alguna manera u otra. El que no ha experimentado el fracaso ni ha vivido, ni ha CRECIDO.
El fracaso también nos define.
Obtenemos un crecimiento en la manera que lo procesamos; cuando nos recuperamos y retomamos nuestro lugar.
En los momentos de fracaso, Dios puede hacer algo maravilloso en nosotros cuando le entregamos nuestro proceso a Él. Cuando sentimos que hemos fallado, debemos recordar que nuestra esencia no es nuestros logros, nuestros triunfos, nuestras posesiones ni los reconocimientos que hemos recibido. Nuestra esencia se basa en la persona que somos por dentro y el triunfo verdadero es los corazones que hemos tocado en nuestra trayectoria.
No importa si nos encontramos en la carrera de nuestras vidas, a solo pasos de llegar a la meta o bajo el ojo de todo el mundo. El fracaso no discrimina las oportunidades. Sin embargo, el fracaso también nos puede hacer más fuertes, más seguros de nosotros mismos y sobretodo, más humanos.
Entendamos que no somos invencibles.
Ante el dolor de aquel que reconoce su error, mientras la confusión inunda sus ojos con lágrimas de decepción, extendamos nuestra mano para levantar y para sanar cuando más nos necesita.
El momento del fracaso también define a los que están a tu alrededor porque te muestra quienes verdaderamente te apoyan.
- Finding happiness in the center
- When our feelings toward others take the place of God's love