Ā«Yo los he amadoĀ», dice el SeƱor.
Ā«āĀæY cĆ³mo nos has amado?ā, replican ustedes.
Ā»ĀæNo era EsaĆŗ hermano de Jacob? Sin embargo, amĆ© a Jacob
MalaquĆas 1: 2 NVI
Dios dijo estas palabras a los israelitas. A pesar de que habĆan regresado del exilio y el templo habĆa sido reconstruido, su sueƱo basado en la promesa de Dios (restauraciĆ³n bajo su propio rey y ser revelado a las naciones como su Dios) aĆŗn no habĆa tomado esa imagen completa.
Estaba en proceso, pero les estaba costando mucho ver eso. Su esperanza por lo que Dios habĆa prometido estaba nublada por sus propias decepciones y expectativas.
Cuando nuestras expectativas son incapaces de satisfacer nuestras realidades actuales, surge el desaliento. Su desaliento fue evidente por las ofrendas inapropiadas que presentaban en el altar junto con su actitud hacia la adoraciĆ³n.
Dios decide actuar. Esta vez, comienza su argumento reiterando su amor por ellos.
Nuestro Dios sabe cuĆ”ndo nuestro desaliento debe ser puesto en atenciĆ³n con amor.
En un esfuerzo por demostrar el amor fiel que Ćl ha tenido por Israel, Dios comienza a recordarles cĆ³mo le ha hecho frente a sus enemigos y asegura que verĆ”n la liberaciĆ³n de ellos.
Lo Ćŗnico que Dios querĆa de ellos era que caminaran firmemente en la fe y eso es exactamente donde ellos estaban fallando.
QuizĆ”s hoy, en medio de mis propias decepciones, yo tambiĆ©n deba hacer una pausa para escuchar el mensaje de amor tranquilizador de Dios hacia mĆ.
Ćl estĆ” tratando de decir: “Te he amado, Āæno puedes ver? He estado a tu favor, todavĆa lo estoy y siempre lo estarĆ© “.
QuizĆ”s, como en MalaquĆas, esa afirmaciĆ³n deberĆa llevarme a comprender que Dios todavĆa no ha terminado; para que asi el Amor que me ha mostrado pueda ser el combustible para la fe que necesito tener en el cumplimiento de sus promesas.
que hermosos