En una ocasión estaba en un campamento de verano donde había una piscina. Me encontraba allí con varias amistades y uno de mis amigos estaba en una esquina y le hice seña para que compartiera con nosotros y no estuviera solo.
Lamentablemente, le hicieron una mala broma al joven y lo empujaron a la piscina, pero este joven no sabía nadar. Uno de los compañeros se dio de cuenta, rápidamente, que el joven se estaba ahogando. Ellos cuentan que, sin pensarlo, lo agarraron y lo sacaron del agua. Se notaba el desespero que tenía tratando de buscar aire y poder salir. Cuando salió, su agonía se convirtió en un respiro.
Así mismo pasa con nosotros; pasamos por situaciones que sentimos que nos ahogamos. Tratamos de buscar un respiro, un nuevo aire. Cuando no lo encontramos, nos sentimos morir. Yo he pasado por eso y he dicho como Job:
“Mi alma, pues, escoge la asfixia, La muerte, en lugar de mis dolores” Job 7:15
Sin embargo, cuando mis amigos me veían así de deprimido, me daban la mano y me sacaban de esas aguas que me ahogaban. Yo no te conozco físicamente y estamos lejos, pero te extiendo mi mano para que salgas de esas aguas que te ahogan y puedas volver a respirar.
Dice la biblia:
“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza” (Salmos 40:1-4)
Si en este día sientes que te estas ahogando o asfixiando por todo lo que estás pasando, te tengo una gran noticia—hasta hoy te sentirás así. Toma su mano; él desea rescatarte. Cuando Él te saque de las aguas emocionales te aseguro que vas a volver a nacer.