Los judíos tenían sus días festivos y hacían fiestas tipo festivales como lo hacemos nosotros también. El día de Pentecostés, conocido como la fiesta de la cosecha, era uno de esos y en esta ocasión venían judíos o Gentiles (personas convertidas al judaísmo) de todas partes del mundo a Jerusalén, para celebrar el festival. Era una fiesta muy importante para celebrarse.

Esta fiesta se celebraba 50 días después de la celebración de la Pascua, fecha que marcó también la crucifixión de Jesús. Interesantemente, Dios eligió estas fechas importantes en el calendario y la historia judía para marcar los eventos que definirían su nuevo pacto.

Jesús había prometido que enviaría al Espíritu Santo, y antes de ascender al cielo, dijo a sus discípulos que iban a recibir poder, cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos. Cuando llegó el día de pentecostés, en la mañana mientras estaban reunidos, dice la biblia que fueron llenos del Espíritu Santo.  Lo que Jesús había dicho fue cumplido y fueron llenos del poder de Dios. 

Este evento, el cual causó ruido, así como un estruendo, capturó la atención de los que estaban alrededor participando del festival. El Espíritu Santo repartió diferentes lenguas entre los que estaban reunidos y las personas que estaban allí, entendían lo que hablaban. Esto sirvió como señal para que creyeran el mensaje predicado. Pedro se levantó y predicó un mensaje que provoco 3,000 conversiones, al igual que el inicio de la propagación del evangelio por todo el mundo, debido a la multitud de personas que estaban allí de diferentes partes del mundo.

Este día marcó la nueva relación del creyente con el Espíritu Santo— la investidura de poder para recibir dones que testifiquen de Jesús. Además de eso, se dice que ese día nació la iglesia de Cristo, debido a la gran cosecha que hubo de creyentes que dio lugar a la formación de una gran comunidad.

Sin dudas, a través del libro de los Hechos podemos ver como la llenura del Espíritu Santo cambió la experiencia de los creyentes a una en donde fueron empoderados para llevar el evangelio por todo el mundo, ejercer dones espirituales, hacer milagros y profetizar.  Todo con el propósito de que la gente crea en el evangelio y que la iglesia sea edificada. 

En la iglesia de hoy, se identifican como pentecostales aquellos que buscamos una experiencia de poder por medio del Espíritu Santo y que creemos en la manifestación de los dones espirituales en la iglesia. Sin embargo, el uso desordenado e inadecuado de los dones espirituales y la mala proyección sobre lo que es la obra del Espíritu Santo, ha provocado que muchos creyentes se cohíban de tener esta experiencia. Peor aun, esto también ha provocado que muchos se alejen de la iglesia y no crean.

Pero esto no es nuevo amigos, Pablo en sus cartas tuvo que confrontar este problema en la iglesia primitiva (1 Cor. 14). Aquellos que nos hemos cuidado de no caer en una experiencia incorrecta con lo que representa el pentecostalismo, ha sido por ganar madurez espiritual con respecto a ella—justo lo que Pablo motivaba en sus cartas.

 Los tiempos que estamos viviendo en el mundo de hoy, claman fuertemente por lo que la iglesia solamente puede hacer por medio del poder del Espíritu Santo. Si nos hemos rezagado en abrazar esta experiencia por miedo a parecernos a los que lo han hecho de manera incorrecta, creo que es tiempo que dejemos ese temor a un lado. 

El problema es que hemos desarrollado todo un doctorado en el orden y en el camino que Pablo identificó como uno mucho mas excelente—nos hemos enfocado en esa parte—pero hemos dejado de procurar los dones, aun cuando sabemos que esa fue la recomendación (1 Cor. 12:31). Creo que el llamado y la instrucción de Pablo era para que hiciéramos las dos partes y no solo una.

Hoy día, todavía hay endemoniados que necesitan ser liberados, gente que necesita ser sanada y hay incrédulos que necesitan ser impactados por el poder y las maravillas de Dios. Esto solo puede ser alcanzado por medio del poder sobrenatural del Espíritu Santo. El amor y el orden son esencial y eminentes pero los dones son también necesarios en la iglesia.

Muchos de nosotros hemos dejado nuestro primer amor y las primeras obras en que deseábamos esta experiencia pentecostal en nuestras vidas. Mi oración es que Dios sane todo aquello que ha provocado un mal sabor en aquellos que comenzaron a deleitarse en ella y luego la abandonaron. Si has ganado madurez en el camino, fantástico; esa madurez es la base perfecta para la buena utilización de los dones en tu vida y la investidura del poder de Dios.

Cuan diferente podría ser la experiencia en nuestros servicios, nuestro evangelismo y nuestra fraternidad cristiana si, estructurados por el orden y guiados por el amor, diéramos lugar a la obra de poder del Espíritu Santo en la iglesia y en nuestras vidas.  La manera correcta de hacer esto ya lo sabemos, ahora solo tenemos que ceder el lugar para que él pueda manifestarse. La reforma del pentecostalismo, partiendo desde lo que debió continuar siendo desde un principio, podría ser justo lo que el mundo y la iglesia necesitan hoy.


Jenilee Rebarber

Jenilee Rebarber es la fundadora de The Altar Place. Jenilee es nativa de Puerto Rico, y vive en el estado de Florida en EU con su hijo Adrián. Es doctora en optometría, empresaria y estudiante del seminario de Liderazgo Ministerial de la Universidad Southeastern. A través de cada temporada y rol, Jenilee ha permitido que cada área de su vida la lleve más cerca de Jesús y le gusta poner eso en palabras. Sus escritos se han publicado en WomenLeaders.com de Christianity Today, en el blog Boundless de Focus on the Family, en la Revista La Fuente y ha sido miembro del entrenamiento de escritores Compel. Para contacto e invitaciones puedes escribirle a: jenilee@thealtarplace.com