Qué difícil es cuando haces planes para irte de fin de semana o de vacaciones y de repente tienes que cancelar porque surgió una situación inesperada que te impide llegar al lugar. En mi caso, por mi condición de salud (LSE) me ha pasado mucho.
Recuerdo una ocasión, mi esposa planificó un viaje al extranjero para celebrar nuestro aniversario y justamente el día antes me enfermé gravemente. Ella se tuvo que ir sola con su hermana y sus sobrinos ya que yo no pude ir.
Sin embargo, en esta ocasión, cuando me informó que separó unos días para ver a su hermana y sus sobrinos en los Estados Unidos me dijo—”Nos vamos unos días de vacaciones, más te vale que vayas al médico y pidas todos tus medicamentos y te cuides porque quiero que vayas.”
En el viaje hicimos un “roadtrip” por diferentes estados y antes de regresar de nuestra última aventura hicimos una parada en las Cataratas del Niagara en Canadá.
Al llegar a la frontera de Canadá verificaron nuestros documentos y nos dejaron pasar. Pero al salir del país y pasar nuevamente por la frontera, en esta ocasión, el oficial nos hizo demasiadas preguntas y fue bien incisivo. Pero, al final nos dejó partir.
Durante el camino meditaba en lo sucedido y dije: “Así pasa cuando llega una situación inesperada a nuestras vidas, se convierte en una frontera que no te permite dar el viaje a la libertad.”
La biblia habla de un hombre llamado Daniel. Este hombre experimentó lo que nos ocurre con frecuencia. Él tenía una petición muy grande delante de la presencia de Dios.
Dice la biblia:
“En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.” (Daniel 10:2-3)
Me atrevo a decir que la petición de Daniel llegó a tal punto que él sentía como si hubiese una frontera que le impedía continuar su camino—más llegó el día que su frontera fue abierta.
Dice la biblia:
“Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.” (Daniel 10-12-13)
Cuando esto ocurre, nos sentimos frustrados, tristes, abatidos, desesperados y hasta se nos va el sueño. Pero un día, no muy lejano, el comandante en jefe llamado JEHOVÀ-JIREH (El Señor proveerá) abrirá las puertas de tu frontera para que des tu viaje a la libertad.
Él siempre ha llegado a tiempo en mis situaciones difíciles para trabajar a mi favor—y no tengo duda que lo hará contigo.
Dice la biblia:
“«Jehová es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; Mi Dios, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio, mi salvador. De violencia me libraste. 4 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.(2 Samuel 22:2-4)”
Cuando des el viaje a la Libertad, vas a Volver a Nacer
Qué difícil es cuando deseas algo o haces planes pero por situaciones inesperadas se te impide lograrlo. Pues te quiero decir que este mensaje es para ti. Ven te invito a que conozcas esta historia. Te prometo que cuando la leas vas a Volver a Nacer