“Nadie es perfecto.”
Un argumento totalmente cierto que todos hemos dicho alguna vez.
Ese “nadie es perfecto” nos consuela de nuestras decepciones ó intenta excusarnos evadiendo cierta responsabilidad. Cierto es también que mis errores, malas costumbres ó a mis ofensas no son justificados ó pasados por alto debido a mi naturaleza imperfecta.
Si la constestación a nuestros errores constantemente es que somos imperfectos, puede que estemos utilizando nuestra imperfección como pretexto para no lidiar con eso ni tener que asumir responsabilidad ante las consecuencias que esto nos pueda traer.
He encontrado que cuando usamos esta realidad como una excusa asumimos que no podemos hacer nada al respecto, ya que— si somos imperfectos—entonces nada se podría hacer. Sin embargo, esto no es verdad. Nuestra imperfección no es irremediable. Somos llamados a ser nueva criatura en Cristo y día a día ser renovados en El.
Cuan grande es el amor de Dios hacia nosotros que nos ama a pesar de nuestras imperfecciones. Nadie mejor que Dios nos conoce.
Jesús le dijo a sus discipulos: “Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.” Mateo 5:48 
¡Qué gran mandato! Más grande todavia al mencionarlo dentro de su explicación de que debemos también amar a nuestros enemigos. ¡Qué difícil!
Y es que ante Dios, no hay excusas que valgan.
No quiero vivir entre pretextos y excusas sino más bien a la altura de las expectativas de Dios.
Si contesto mis errores en arrepentimiento, con sinceras disculpas, arreglando lo que he hecho mal y llevando a cabo el cambio como garantia de que no volverá a suceder, encuentro una manera de agradar a Dios. Nuestras imperfecciones no sirven para excusarnos, solo para recordar la grandiosa gracia de Dios, que sin merecerlo, continua amandonos con una inmensa esperanza por lo que podemos ser en sus manos.
Dios quiere que nuestra vida sea una de crecimiento, pareciendonos cada vez más a El. Para lograr esto, es necesario que tengamos una meta clara: la perfección. Esto puede sonar imposible, pero no lo es. Podemos hacerlo cuando somos investidos por el poder del Espiritu Santo.
No mates la cruda realidad de tus imperfecctiones al decir: “no soy perfecto”. Esto solamente te aleja del hermoso diseño que Dios quiere darte como persona. Abraza la gracia de Dios que esta ahí en medio de tu imperfección para mostrarte el camino a la perfección y el poder del Espiritu Santo para esforzarte en ello.
Seguimos creciendo con una meta clara:
“De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.”
‭Efesios‬ ‭4:13‬ ‭NVI‬‬


Jenilee Rebarber

Jenilee Rebarber es la fundadora de The Altar Place. Jenilee es nativa de Puerto Rico, y vive en el estado de Florida en EU con su hijo Adrián. Es doctora en optometría, empresaria y estudiante del seminario de Liderazgo Ministerial de la Universidad Southeastern. A través de cada temporada y rol, Jenilee ha permitido que cada área de su vida la lleve más cerca de Jesús y le gusta poner eso en palabras. Sus escritos se han publicado en WomenLeaders.com de Christianity Today, en el blog Boundless de Focus on the Family, en la Revista La Fuente y ha sido miembro del entrenamiento de escritores Compel. Para contacto e invitaciones puedes escribirle a: jenilee@thealtarplace.com