Que hermoso cuando recibes ese regalo que tanto anhelabas. Lo cuidas tanto que no lo prestas y lo proteges para que nada ni nadie te lo robe. En ocasiones, llegan situaciones que tratan de quitarnos lo más preciado y sentimos que estamos perdiendo ese regalo. Es como el ladrón que trata de robarte y tu te defiendes a capa y a espada.
Recuerdo cuando mi hermano mayor estaba en el último año de la escuela superior y anhelaba comprarse su primer auto. Por mucho tiempo estuvo guardando todo lo que ganaba para lograr su sueño. El rechazó cualquier ayuda que mis padres le podían dar ya qué quería pasar ese proceso solo. Cuando logró comprarse el auto y llegó a la casa, su cara valía un millón.
Hubo un día que al salir de la escuela, él me espero en casa de mis abuelos. El cuenta que mientras estaba montando algo en el carro, llega este individuo y trata de robarle su vehículo. Él trata de defenderse y en ese momento vio a la policía y mientras el espantaba el ladrón, le gritaba a la policía para que vinieran. La policía llegó rápidamente y defendieron a mi hermano.
Cuando mis padres se enteraron del suceso le dijeron: “¿Porqué te enfrentaste al ladrón? Un carro es algo material. No sabes que pudo pasar algo horrible?”
Mis padres tenían razón, pero la respuesta de mi hermano fue: “No permitiré que nadie me quite lo que tanto he luchado. No es por lo material, es que no puedo permitir que me roben lo mas precioso dado que me costó sudor y lagrimas.“
Al ideal que mi hermano a nuestra vida siempre llega un ladrón que nos quiere robar nuestra paz. En mi caso, ese ladrón se llama enfermedad. Ese ladrón ha tratado de quitarme uno de los regalos más valiosos que no fue dado desde que nacimos.
¿Que es?
La fe.
Dice la Biblia:
“El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; “(Juan 10:10)
Un día mi ladrón llamado Lupus quiso robar la paz de mi hogar. Trató de perturbar a los míos y a mí. Tuve que arrodillarme y comenzar a llamar y dije:
“Jehová, a ti he clamado; apresúrate a venir a mí; escucha mi voz cuando te invoque.” (Salmo: 141:1)
Él llegó a mi vida y recuperó lo que me fue quitado. Me devolvió la paz, me estabilizó emocionalmente y aunque el ladrón sigue atacándome, El me defiende y vela por mí.
¿Qué es lo más valioso que tienes?
Tu fe.
Esa fe que te da las fuerzas para levantarte y luchar; que se activa cuando no hay salida. Esa fe que te ayuda a enfrentar cualquier situación, que te deja ver más allá de lo que tus ojos ven y que va por encima de cualquier diagnóstico y/o situación.
Dice la biblia: “En cuanto a mí, a Dios clamaré, y Jehová me salvará.” (Salmo 55:16)
Si en este día sientes que tu ladrón ha tratado de robarte todo lo que te fue dado, yo te invito a que clames a Él. No tengas miedo en llamarlo, El escuchará tu clamor, te protegerá y te guardará.
Dice la biblia:
Clama a mí y yo te responderé (Jeremías 33:3).
Tu que sientes que tu problema o tu enfermedad ha querido robar uno de los regalos más valioso que te fue dado. Hoy deseo presentarte a aquel que impedirá que tu ladrón te robe.
Este mensaje es para ti.
Te aseguro que vas a Volver a Nacer.