Ante una generación que normaliza el pecado, exige validación, pero no respeta las creencias de otros puede ser muy retante predicar el evangelio y representar a Cristo.
Nadamos en contra de la corriente. Esto es algo bien didicil de hacer, pero es nuestra única dirección. No vamos a favor de la corriente normal de la cultura, es muy fácil seguir ese rumbo y solo tienes que dejarte llevar. Por contrario, la Iglesia de Cristo nada en contra de la corriente cultural para anunciar la salvación que solo encontramos en Cristo Jesús.
Ahora, la manera en que nadamos en contra de la corriente puede ayudar o afectar nuestra misión y nuestra representación de Cristo y del evangelio. Creo que ha sido evidente que necesitamos ayuda en saber cómo nadar contra la corriente cultural mientras anunciamos el evangelio y representamos a Cristo adecuadamente. Aquà les presento algunos puntos a recordar que pueden ayudarnos con esto:
1. Que esta generación no es la misma que hace 10 años atrás, la diferencia en mentalidad cultural ha cambiado dramáticamente. Sin embargo, el evangelio no busca cambiar la mentalidad cultural, el evangelio llama a pecadores al arrepentimiento.
2. Que nadar contra la corriente cultural no significa atacar, entrar en pleito o discutir con los individuos en la corriente. Nuestra lucha no es contra carne, ni sangre. Nuestro deber es anunciar la salvación.
3. Que los problemas espirituales necesitan intervención espiritual, por el cual solo el espÃritu puede lograr redención, nuestros esfuerzos por ser culturalmente sensible ya no bastan, se necesita estar lleno del poder de Dios (el verdadero).
4. Que jugar a la defensiva no sirve de nada, anunciarás la verdad, pero no ganarás a ninguno. No es con fuerza, es por el espÃritu.
5. Que somos bienaventurados cuando por causa de Él somos perseguidos, no nos sorprendamos cuando esto suceda. Para esta generación pos-cristiana hemos sido llamados, entendamos el privilegio de ser testigo fiel aún en medio de la persecución y de la oposición.
La verdad es que la iglesia ha hecho todo esto a través de la historia. Sin embargo, en cuanto a esta generación se trata, lidiamos con una clase de pecados el cual, aparentemente, nos sentimos muy incómodos a la hora de amarlos, sanarlos, anunciarles y tratarlos con la verdad del evangelio.
Predicar a la defensiva no es lo más astuto, por lo contrario, podemos hablar la verdad en amor como dice Efesios 4:15. De igual manera, antes de llamar pecadores al arrepentimiento, asegurémonos que hemos pasado también suficiente tiempo suplicando al espÃritu por su arrepentimiento. De lo contrario, no tendremos la gracia, el poder y la sabidurÃa necesaria para hacerlo.
¿TodavÃa la iglesia ora angustiada por eso? Eso si que ya no se ve mucho. Cuando comenzemos a tener ese amor por la salvación de las almas que nos lleva a clamar por ellos en el espÃritu, entonces el juego cambiará.
Estaremos afinados con el corazón de Dios que desea que las almas vengan al arrepentimiento y el espÃritu nos dará el poder y la sabidurÃa necesaria para predicar aun cuando es necesario contra-culturalmente sin dejar de tener un ministerio encarnacional en ella tal y como lo hizo Jesús.
Esperemos oposición, no pretendamos que todos vengan, pero si recordemos que dentro de esa cultura habrán algunos suficientemente cansados de las consecuencias del pecado, como para hasta treparse en un árbol, si es necesario para escuchar el mensaje de la salvación (como hizo Zaqueo). Serán muchos los Zaqueos, que cansados del pecado, querrán oÃr y abrirán las puertas de su casa para ser enseñados. Eso es posible por medio de un ministerio encarnacional como el de Jesús.