Como bien decía mi abuela: “Todos sabemos el día que nacemos mas no el día que moriremos.” Pero, ¿alguna vez te has preguntado lo que harías con tu vida si supieras realmente tu día y hora de partida de este mundo?
Entre tantas cosas, la gente comúnmente responde a esa pregunta eligiendo aquellas que apelan a su felicidad tales como: expresar más amor, viajar el mundo, darse los mejores lujos y placeres posibles o dejar algún buen legado a las futuras generaciones. Sin embargo, me parece curioso que el salmista, siendo un rey con todo el poder humano y todos los placeres del mundo a su disposición, pidió a Dios una sola que lee como sigue en Salmos 90:12.: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” Me pregunto: ¿Por qué pidió a Dios que trajera sabiduría y no felicidad al corazón?
Analizando las definiciones pude entender lo siguiente: la felicidades un estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea, mientras que la sabiduría se basa en tener un mejor entendimiento de la vida llevándonos a actuar con prudencia y sensatez. Santiago 3:17 dice: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.”
Mientras que la felicidad va y viene y puede llevarnos a los excesos y vanidades terrenales, la sabiduría nos mantiene firmes enfocados en la perspectiva correcta de la vida. ¿Cuál es la perspectiva correcta de la vida? Buscar hacer las cosas de valor eterno. 1 Juan 2:17 dice: “el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
