“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 8:38-39 

Dios, en su infinita misericordia, nos enseña, en el corto recorrido de la vida, que no hay amor más grande que el suyo. Muchas veces no logramos entender esto hasta ya haber vivido un buen tiempo y haber cometido muchos errores y esto muchas veces nos hacen sentir poco merecedores de su gracia y perdón. Pero, su Palabra nos recuerda lo siguiente: “Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quién se le perdona poco, poco ama.” S. Lucas 7:47.

Este verso nos reafirma la capacidad de Dios al perdonar nuestros muchos pecados y a causa de recibir el regalo del perdón, responderle con amor. Es muy cierto lo que expresa el verso; se ama más cuando, sin entender, Dios muestra su inexplicable amor al darnos perdón por pecados que jamás pensaríamos lo merecieran. Gracias al Espíritu Santo podemos hoy reafirmar el convencimiento de pecado en nuestros corazones para llevarnos al arrepentimiento y hallar paz, comunión, renovación y transformación en este caminar con Dios. 

“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (S. Juan 16:8)

No sólo fue recibir su gracia y perdón; sino comprender el acto que inició el sentido del verdadero amor. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (S. Juan 3:16) Es que sin un entendimiento correcto de lo que es el amor de Dios, no podemos esparcirlo sabiamente a otros. Dios siempre nos ha amado desde la eternidad. Pero el acto de amor más excelente e inigualable comenzó en la cruz. Una muerte y una resurrección nos dió el regalo de la vida eterna y un amor que jamás dejará de ser. 

“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.”( 1 Corintios 13:8)

Jamás podremos amar como Dios lo hace por nuestra naturaleza humana que es imperfecta aún; pero tenemos la dirección del Espíritu Santo para poder brindar amor de una forma más sabia e inteligente. 

“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8)

El amor de Dios hacia nosotros nunca debe ser pasado por alto. Por que es ahí donde comienza todo. El amor de Dios es la fuente que nos capacita para amar a los demás. Nos regala la oportunidad de brindar perdón, gracia, misericordia, tolerancia, paz, bondad, consuelo, gozo, entre otros frutos. El consejo más sabio que puedo brindarles es que todas nuestras relaciones las pongamos en las manos de Dios y que sean dirigidas con frutos de valor inmortal.

Que Dios nos ayude a dirigirnos con sabiduría en estos tiempos difíciles llenos de grandes retos y que nunca se enfríe el amor. Que podamos edificar relaciones sabias y bien fundamentadas desde sus inicios que rompan el molde de lo que actualmente el mundo quiere transmitir. Que podamos adquirir la capacidad de entender a los demás y más en nuestros círculos íntimos. El terreno que más necesita ser cultivado en amor son los nuestros: familia, amigos y hermanos en la fe, entre otros. 

Lisa Rodríguez es una joven cristiana puertorriqueña de 35 años. Ama adorar, escribir y crecer en diferentes facetas que la hacen sentir una mujer plena. Pertenece a la Iglesia Jesucristo es mi Sustento en el barrio Galicia en Juana Díaz, Puerto Rico que pastorea Abdiel Echevarría e Iris Torres. 


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