¿Recuerdas la ocasión que comenzaste a cortejar a tu pareja o dejaste ser cortejada? ¿Recuerdas el plan de seducción que creaste para conquistar su corazón? ¿Verdad que fue difícil, pero a la vez excitante? No te importaba ser rechazado. Mientras más conocías a esa persona, crecía en ti un cariño, un amor más allá de una amistad. 

Sin embargo, mientras cortejamos o somos cortejados, nos puede dar temor a enamorarnos.  Esto ocurre mucho cuando hemos sido traicionados, y estamos desilusionados por esa persona que nos traicionó, cuando sufrimos la pérdida del amor de tu vída, o simplemente ocurre algo en tu vida que te decepcionó y no deseas volver a pasar decepción.

Eso mismo ocurre cuando conocemos a Cristo y nos enamoramos de Él.  El Espíritu Santo comienza a seducirnos y todo en nuestra vida cambia para bien. Sin embargo, cuando nos ocurre algo difícil en nuestra vida y nos sentimos solo en medio del problema, nos molestamos, como en cualquier relación normal. 

Se nos quita el deseo de predicar y de hablar su palabra. Nos desilusionamos tanto que pensamos que el Espíritu Santo es como una persona que traiciona a otra—cuando sabemos que él no es así. La diferencia del ser humano y del Espíritu de Dios, es que Él no nos abandona. Al contrario, dice la biblia:

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmo 23:4)

Ese es el Espíritu Santo de Dios. 

Cuenta la historia de un hombre llamado Jeremías que dijo:

Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste;” (Jeremías 20:7-11)

Este hombre que Dios escogió desde el vientre de su madre, fue profeta por muchos años. La palabra que decía de parte de Dios se cumplía, pero lo juzgaban, lo golpearon, fue maltratado por los mismos que se decían ser sacerdotes del altísimo. Él tenía todos los elementos para dejar de predicar y pregonar su palabra.

Jeremías  dijo:

“No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.” (Jeremías 20:9)

Algo parecido ocurrió en mi vida. Para los que no lo sepan, padezco de una condición de salud llamada Lupus Sistémico eritematoso con nefritis renal desde los 13 años de edad. Aunque fui nacido y criado en el evangelio nunca tuve una experiencia real con el hasta el día que tuve un encuentro real a mis 18 años de edad en pleno tratamiento de quimioterapia.

Desde entonces, predicar su palabra cada vez que me hospitalizan es mi pasión. Un día después de una operación tuve una de mis peores recaídas. Ya estaba casado y mi esposa era el único sustento del hogar ya que yo estaba incapacitado. 

 Me sentía cansado física y emocionalmente, mientras mi esposa preparaba el equipaje para ir al hospital, yo le decía a Dios no predicare más tu palabra, me canse de pregonar tu palabra y de orar por otros. Le recite la palabra como si Dios no la conociera.

Paso un mes en el hospital y yo obstinado al fin no decía nada. Pero en mi interior me consumía porque orar por otros me apasiona. Aunque mi mente decía que no, mi alma y mi corazón actuaban por mí. Hasta que un día en la noche, mientras mi esposa y mis padres hablaban con el médico, El espíritu santo comenzó a seducirme esa noche. Recuerdo que me decía:

¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? (Josue)¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión” (Oseas 11:8)

Lo demás es historia. Lo único que te puedo decir, es que prediqué el evangelio hasta en la sala de operaciones. En estos años que llevo en el evangelio, por más que me moleste Él siempre busca la manera de que me enamore de Él otra vez. 

Dice la biblia:

“Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.” (Oseas 11:3-5)

Deja que el Espíritu Santo te seduzca, enamórate de él. Cuando estas solo, Él te consuela. Cuando te sientes destruido, Él té restaura.

Jesús dijo:

“Todo esto lo digo ahora que estoy con ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho. La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.” (Juan 14:25-27)

Cuando estas en sus brazos dice la biblia:

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (Juan 16:13)

Termino diciendo. Si por alguna razón te molestaste con Él. Si en algún momento te paso por la mente dejarlo todo como le pasó a Jeremías y a mí, y ves que las cosas siguen saliendo mal en tu vida. Dice la biblia:

“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; Alejarás de tu tienda la aflicción; Tendrás más oro que tierra, Y como piedras de arroyos oro de Ofir;

El Todopoderoso será tu defensa, Y tendrás plata en abundancia. Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, Y alzarás a Dios tu rostro. Orarás a él, y él te oirá; Y tú pagarás tus votos. Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz. Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá; Y Dios salvará al humilde de ojos.  Él libertará al inocente, Y por la limpieza de tus manos este será librado.” (Job 22:21-30)

Vuelve a él, Enamórate una vez más de su presencia, deja que su Espíritu te seduzca. Cuando lo hagas, te aseguro que vas a Volver a Nacer.


Josue Rivera

Josue Rivera es el autor del libro Volver a Nacer. En su libro, Josue narra como su fe ha hecho la diferencia para vivir y sobrellevar la condición Lupus Sistémica. Josue se ha destacado en varias funciones de liderazgo en la iglesia, inculyendo el ser miembro de la junta general. Josue vive en Puerto Rico con su esposa Monica, y se desenvuelve cómo exponente de la palabra, dando charlas en diversos lugares y colaborando en la iglesia.